Hace unas semanas Mario, el novio de mi hermana, me llamó para pedirme opinión sobre la letra de una canción que llevaba tiempo pensando para agradecerle a mi hermana (Enfermera y Matrona) su labor. Ante la situación que vive el país (y el mundo entero) ha terminado de componer la canción, queriendo hacer extensible el agradecimiento a todos los sanitarios que están dejándose la piel, arriesgando su vida, en la lucha contra el Coronavirus.
Aquí os dejo su regalo, que suena tan bien...
¡¡Que sirva como aliento para continuar!!
Titulada: LO MEJOR.
domingo, 15 de marzo de 2020
De nuevo entro al blog para dejar unas líneas...
Esta vez, como no podía ser de otra manera, vengo a hablar del CORONAVIRUS. No voy a explicar qué es, cómo se contagia, qué síntomas produce... porque después de toda la información que nos han dado desde todas las fuentes fiables, ya deberíamos tener todos una idea clara de todo ello. Sin embargo, sí que me gustaría aportar mi granito de arena, como sanitaria, en cuanto a su prevención, ya que como bien se está diciendo desde muchos sitios, DEPENDE DE TODOS NOSOTROS COMO CIUDADANOS.
En primer lugar, repasar las de sobra conocidas medidas recomendadas desde las autoridades sanitarias:
En segundo lugar, tomando conciencia de lo importante que es cumplir con ellas, SABER EXTRAPOLARLAS A LOS ÁMBITOS COTIDIANOS DE NUESTRAS VIDAS. ¿Cómo podemos hacerlo? Aquí van mis 3 consejos:
1. A menudo circulan por WhatsApp y por redes sociales información de dudoso origen y fiabilidad. Muchas veces son verdades a medias o directamente mentiras que sólo causan confusión y miedo. Este miedo puede inducir a no tomar las decisiones correctas, a perder la confianza en los profesionales, a generar más caos y empeorar, en definitiva, la situación. ¿Qué hacer?
Si la información no viene de una fuente fiable (Ministerio de Sanidad, Consejería, Centros sanitarios identificados, Profesionales identificados, etc), ponedlo en duda y buscad siempre una fuente fiable que pueda corroborarlo.
NO DIFUNDIR esa información falsa o de dudoso origen, ya que se extiende de forma viral (nunca mejor dicho) y puede llegar rápido a mucha gente, provocando confusión y miedo.
2. Nuestros profesionales están haciendo un trabajo ímprobo (y arriesgando sus vidas) para ayudarnos a todos, tanto a los que acuden a urgencias como a los que se quedan en sus casas (ya que en unos casos salvan vidas particulares y en otro, frenando la expansión, evitan se contagie el resto de la población). Así que, LA MEJOR AYUDA QUE CADA UNO PUEDE HACERLES ES QUEDARNOS EN CASA y utilizar de forma muy racional los servicios sanitarios para no saturarlos:
Si estamos asintomáticos, quedándonos en casa evitamos ser transmisores y además contagiarnos de lo que no tenemos.
Si tenemos síntomas leves de infección respiratoria (puesto que no se precisa de ningún cuidado especial que no se pueda realizar en casa), quedándonos en casa no pondremos en riesgo a otras personas y no saturaremos al sistema sanitario.
Si tenemos revisiones/analíticas pendientes, dudas, síntomas leves o banales de otras muchas enfermedades que, o bien se resolverán solos, bien pueden esperar para ser consultados cuando pase la tormenta, quedándonos en casa no utilizaremos innecesariamente unos recursos que ahora mismo deben utilizarse para los casos que sí requieran realmente atención sanitaria inmediata.
Si tenemos dudas/síntomas relacionados con coronavirus, llamaremos a los teléfonos habilitados para cada caso en nuestra Comunidad Autónoma (Ver Teléfonos).
3. Todos tenemos una RESPONSABILIDAD como ciudadanos que conviven en sociedad y debemos ESTAR CONCIENCIADOS de llevar a cabo las medidas que ha establecido el gobierno. Por ello, EVITEMOS SALIR A LA CALLE, REUNIRNOS CON GENTE (podemos utilizar las videoconferencias), EVITEMOS DESPLAZARNOS A OTROS TERRITORIOS para impedir transportar con nosotros los virus y que puedan llegar a zonas recónditas (como por ejemplo, nuestros pueblos, llenos de personas mayores con mucho riesgo de complicaciones) que de otra forma no llegarían. Y cuando tengamos que salir a la calle, por necesidad, SIEMPRE EXTREMANDO LAS MEDIDAS DE HIGIENE Y EVITANDO LOS CONTACTOS ESTRECHOS.
En definitiva, seamos positivos (porque entre todos podemos acabar pronto con esta situación) y unámonos a las diferentes campañas que están en marcha como:
Después de un ataque de risa, de un acceso de tos, de una viriasis o incluso sin una causa clara, nos podemos ver asaltados por un dolor momentáneo, de tipo pinchazo, que aumenta cuando cogemos aire y nos asusta sobremanera.
Sin embargo ese dolor que es tan puntual (no dura más de 2-3 segundos seguidos) como incisivo (similar al que sentiríamos si nos clavaran miles de alfileres) y que no se acompaña de mal estar, mareo ni otra serie de síntomas, no debe preocuparnos. Lo más probable es que se trate de una COSTOCONDRITIS (o síndorme de Tietze); que aunque el nombre suene un tanto rocambolesco, no es otra cosa que una inflamación transitoria del cartílago que une las costillas al esternón.
Esa inflamación, aunque muchas veces no tiene causa evidente, suele relacionarse con infecciones víricas previas, traumatismos en esa zona o con ejercicios donde la musculatura de la caja torácica se haya distendido mucho, como pudiera ser tras las risas o un acceso de tos.
Al estar inflamado el cartílago que mantiene unidas las costillas al esternón, cualquier movimiento que lo distienda (como una inspiración profunda) o cualquier palpación a esa altura, puede desencadenar o reproducir el dolor punzante.
No es necesario tratamiento para resolver la costocondritis, salvo que el dolor moleste demasiado, en cuyo caso se podría utilizar algún antiinflamatorio (como el ibuprofeno), siempre que no lo tengamos contraindicado por alguna otra razón.
Además, se recomienda hacer un tipo de fisioterapia respiratoria que es muy fácil y sencilla y cuyo fin es mantener los músculos, cartílagos, ligamentos y huesos de la caja torácica en las mejores condiciones para prevenir este tipo de situaciones. ¿Cómo la podemos realizar? Una forma sencilla y económica es hinchando un globo lentamente, varias veces, durante unos 5-10 minutos al día, todos los días.
No obstante, si el dolor que presentamos no se corresponde con las características descritas o se acompaña de más síntomas (como puede ser mal estar, fiebre, falta de aire, dificultad en la respiración, mareo, etc.) habrá que consultar con nuestro médico quien nos realizará el diagnóstico diferencial, basándose en una exploración física y si es necesario, en las pruebas complementarias que considere oportunas.
BIBLIOGRAFÍA:
RESIMECUM: MANUAL DE DIAGNOSTICO Y TRATAMIENTO DIRIGIDO AL RESIDENTE DE MEDICINA FAMILIAR Y COMUNITARIA.
…Y entonces sabrás que estamos en primavera. Y aunque estemos con este tiempo tan revuelto, donde las temperaturas invernales se mezclan, a días, con las veraniegas y te puedan entrar serias dudas sobre en qué estación del año realmente estamos, lo cierto es que hay algo que no falla: la alergia.
Si eres de los desafortunados que incluso antes de ver golondrinas, ya te pica la nariz, ¡¡esta entrada te puede interesar!!
¿A qué se debe la alergia estacional (también llamada primaveral)?
Cuando llega la primavera, las plantas generalmente florecen y desprenden a la atmósfera partículas pequeñas a las que llamamos “alérgenos” (como puede ser el polen) que, al contacto con algunas personas, provocan en su sistema inmune una reacción desproporcionada, desencadenando una serie de síntomas que pueden ser de mayor o menor gravedad.
Los casos que revisten mayor gravedad conllevan síntomas generales como el broncoespasmo (colapso del bronquio que no deja respirar), la crisis asmática, la urticaria (habones extendidos por todo el cuerpo), el angioedema (inflamación de labios, párpados, úvula, glotis...), la anafilaxia, etc; que siempre deberán ser atendidos por un médico.
En los casos de menor gravedad, que son los más frecuentes, la sintomatología suele ser local e incluir: crisis de estornudos, congestión nasal, rinorrea (ese moquillo transparente y acuoso que sale de la nariz), picor de nariz, ojos y paladar, congestión conjuntival y lagrimeo.
¿Qué medidas adoptar para prevenir esta sintomatología local o aliviarla en la medida de lo posible?
La medida preventiva más eficaz, aunque a veces pueda resultar difícil, es evitar la exposición al alérgeno:
No abrir las ventanas de casa a primeras horas del día
Viajar con las ventanillas del coche cerradas (usar aire acondicionado) y evitar viaje en moto o bicicleta.
Ducharse antes de meterse en la cama para eliminar los restos de pólenes de piel y cabello.
Evitar los viajes a zonas rurales con grandes concentraciones de pólenes.
Evitar las salidas a grandes espacios abiertos con mucha vegetación.
Iniciar el tratamiento farmacológico preventivo antes de la época de polinización (en aquellas personas que la sufren año tras año).
Si a pesar de las medidas de prevención, nos asaltan los síntomas, ¿Podemos tomar Medidas farmacológicas para su control?
Antes de iniciar cualquier tratamiento farmacológico, es recomendable que sea nuestro médico quien nos evalúe y nos prescriba lo que mejor se adecue a nuestros síntomas. Los productos que nos pueden aliviar son:
Ingesta abundante de agua.
Lavados nasales con suero fisiológico o agua de mar, varias veces al día.
Si a pesar de ello persisten los síntomas, se podrían añadir antihistamínicos orales.
Los descongestionantes tópicos, como sólo controlan la congestión nasal y pueden hacer efecto rebote, no se recomiendan y si se utilizan, que sea durante un muy corto período de tiempo.
Para los síntomas oculares se pueden emplear colirios que contengan:
Antihistamínicos tópicos.
Inhibidores de la degranulación de los mastocitos
¿Y existen medidas farmacológicas para prevenir aparición de síntomas?
Existe la inmunoterapia (lo que la gente llama la vacuna contra la alergia) que, bajo prescripción médica tras las pruebas pertinentes, se suele administrar durante varios años con el objeto de inducir la tolerancia necesaria para controlar la respuesta alérgica.
Todos hemos llorado alguna vez y seguramente, hemos visto cómo otros lo hacen, porque aún tratando a veces de evitarlo, es un gesto que forma parte de nuestra condición humana. Sin embargo, no todos los llantos son iguales ni sirven para lo mismo.
Existen dos tipos de llanto. El primero, es el llanto como acto reflejo. Se produce como una petición de socorro ante una situación adversa (la separación de la madre, el hambre, el dolor, el frío…) y es innato en los humanos hasta los 6-8 meses de edad y en las crías de animales mamíferos y pájaros. Suele ser un llanto vocal de angustia o de llamada, sin lágrima que, ante la ausencia del lenguaje oral, reclama la atención necesaria para sus cuidados o expresa un malestar. Tiene bien establecida una función adaptativa: obtiene como resultado, la ayuda de alguien que va a satisfacer sus necesidades más básicas. Este mecanismo garantiza la supervivencia de la especie y en los humanos, va modulándose a medida que se van desarrollando sus mecanismos adaptativos a otros más complejos e independientes que aseguran su supervivencia.
Es decir, si un niño tiene frío y no sabe hablar, llorará hasta que su madre le ponga un abriguito. Un adulto ya ha desarrollado otros recursos con los que resolver de forma activa y autónoma sus conflictos y por tanto no necesitará llorar.
Crying Woman by Klimt
Sin embargo, que los adultos no necesiten llorar como mecanismo de supervivencia no significa que no vayan a llorar. Los adultos también lloran, pero suele ser con el segundo tipo de llanto, que es el llanto emocional. Este tipo de llanto, exclusivo de los humanos, se adquiere a partir de los 6-8 meses de edad y se acompaña de lágrimas que, ganan relevancia frente a lo vocal (de hecho, en muchas ocasiones el derramamiento de lágrimas es silencioso) y además, tienen una concentración de hormonas relacionadas con el estrés, como la prolactina, mucho mayor que en otro tipo de lágrimas.
El llanto emocional es un proceso muy complejo donde interviene una parte fisiológica (complejas redes neuronales y hormonales), una parte psicobiológica (como el estado de ánimo o la personalidad) y otra sociocultural.
Parece ser que durante la infancia-adolescencia, tiene una función estratégica: Ayuda a conseguir el apoyo necesario de individuos específicos, atrae la atención de los cuidadores y de los extraños y protege de los posibles depredadores, promoviendo así la vinculación, la empatía y el comportamiento social. Después, con la edad, las causas que evocan este llanto emocional, cambian, al igual que varían en cuanto al género (en esto último parece tener un importante papel las hormonas sexuales, ya que los estudios indican que las mujeres adultas lloran más que los hombres, con episodios más intensos y de mayor duración; incluso que la tendencia al llanto guarda relación con el ciclo menstrual).
De forma habitual, el llanto emocional se produce ante eventos muy importantes de la vida, felices como bodas o nacimientos de niños y tristes, como situaciones de pérdida o separación. Pero también hay una elevada frecuencia de llanto emocional ante situaciones relativamente mundanas como pequeños conflictos, frustraciones menores y como reacción a la música o las películas.
¿Llorar nos reporta algún beneficio?
Muchos estudios se han centrado siempre en responder a esta pregunta y no está clara la respuesta. Aunque en algunos casos se habla de una posible liberación de tensión, para equilibrar o reducir un estrés puntual, son muchos los casos que no notan cambios en su estado emocional o incluso pueden sentirse peor después de llorar.
Actualmente se está poniendo el foco de atención, más que de los beneficios en sí del llanto para el cuerpo, en los efectos de las lágrimas sobre los observadores del entorno social: Cómo perciben los de alrededor el estado emocional, la personalidad y las intenciones de comportamiento del que llora.
Si bien es cierto que llorar activa en los demás su capacidad de empatía y protección emocional, predispone a brindar ayuda y refuerza ciertas relaciones personales y apegos, socialmente podemos llegar a ser poco tolerantes al llanto: Primero porque nos duele el lamento de la otra persona y queremos frenarlo y segundo, porque hay una barrera en la sociedad que modera esta reacción al etiquetar al que llora como emocionalmente inestable, incompetente o manipulador.
¿Entonces… qué hacemos si sentimos ganas de llorar? ¿Lloramos para sentirnos mejor o no lloramos por el qué dirán?
Realmente llorar puede permitirnos hacer una descarga emocional necesaria en algunos momentos y por lo general, nada dañina. Además permite expresarnos, pedir ayuda y generalmente, va acompañada de una respuesta de apoyo emocional del entorno que puede incluso reforzar ciertas relaciones personales.
Pero si en vez de llorar nosotros, tenemos a alguien en frente que llora, nuestra actitud debería ser la de tolerancia al llanto; deberíamos dejarle un espacio y un tiempo para llorar, asumiendo que es necesario. No nos deberíamos sentir comprometidos a tener que hacer desaparecer el origen del llanto y tampoco intentar argumentar las razones para no llorar. Simplemente deberíamos permanecer ahí, acompañando a esta reacción natural y normalizar su función y efecto.
El tema de las medicinas alternativas está muy en boga. Hay un debate intenso entre sus
defensores y sus detractores. Y en medio de todo aquello siempre encuentro el
reclamo a la "libertad de elección".
Las pseudociencias y pseudoterapias no forman parte de la ciencia. Se ofrecen como
actos médicos sin haber demostrado su efectividad científicamente (es decir,
sin utilizar un método fiable de estudio denominado método científico). Se
utilizan, sin embargo, bien por tradición, desconocimiento acerca de qué es el
efecto placebo, superstición o, en muchos casos, con ánimo de lucro.
Si su elección sólo afectara al
individuo que decide decantarse por ella, probablemente sólo necesitaríamos
campañas de concienciación, para que la población tuviera toda la información
posible para lograr una elección con conocimiento. Por poner un ejemplo, es lo
que sucede con “la exposición prolongada al sol sin protección”. La gente tiene
una información, sobre todo de cara al verano: "si te expones al sol sin
protección puedes sufrir quemaduras e incluso lesiones cancerígenas a largo
plazo”. Después, cada uno decide si se expone o no, si se protege o no,
sabiendo sus posibles consecuencias.
Pero, como pasa en muchos otros
ámbitos de la vida, hay elecciones que no sólo afectan a uno mismo, sino que repercuten
en la sociedad, y por tanto se necesitan medidas activas, más allá de la concienciación (que también es muy importante), como modificaciones normativas, su eliminación de los centros sanitarios, etc.
Hay una frase de Jean Paul Sartre
"mi libertad termina donde empieza la de los demás", que bien la
podemos aplicar a la libertad de elección y, por ende, a la elección de las pseudociencias y pseudoterapias.
Si a mí me dicen que si me pongo
una manzana en la cabeza mientras bailo el Hula, se me va el dolor de cabeza,
tengo la libertad de elegir hacerlo, porque no estoy dañando la libertad de
nadie. Lo que probablemente sucederá es que no se me quite y finalmente, tenga
que tomarme después un analgésico; pero no habrá mayores consecuencias.
Pero...
-Si
yo decido no ponerme una vacuna, decido no darle a mi hijo un antibiótico para
una neumonía bacteriana según me prescribe el médico o decido llevar a mi padre
a un curandero con una sepsis meningocócica en vez de acudir a un hospital,
entonces sí estoy saltándome a la torera la libertad de todos los que deciden
tener protegida su salud.
-Y
si yo promociono alternativas carentes de evidencia científica e incluso
nocivas para la salud de la población, que llegan a poner en riesgo vidas
ajenas, también estoy transgrediendo la libertad de los demás.
Recordad un principio básico en
la medicina: "Primum non nocere" (Lo primero es no hacer daño). Pues
eso.
Campaña del Ministerio de Sanidad frente a las Pseudociencias.
Hace unos días mi amiga Isa me comentaba que estando ella
reunida, alguien pidió un paracetamol para el dolor de cabeza. Acto seguido se
armó un gran revuelo entre los allí presentes.
“Para el dolor de cabeza hay que tomar ibuprofeno” decía
uno. “Yo sólo tengo enantyum® (Dexketoprofeno)” decía otra. “Yo el paracetamol lo tomo para el
dolor de regla” Añadía una tercera persona. “Yo suelo llevar nolotil® (Metamizol), pero como han dicho que
mata, ya no lo ofrezco” sentenciaba alguien más.
Pensamos que el uso adecuado de los analgésicos de primera línea está claro, pero este tipo de situaciones son tan frecuentes que no está de más hacer un pequeño repaso.
¿Cómo se elige el mejor tratamiento para el dolor?
En 1982 la OMS propuso una escala analgésica de 3 peldaños para elegir el mejor tratamiento ante un tipo de dolor: el dolor oncológico, . Cada peldaño de la escalera estaba compuesto por analgésicos de similar potencia y estaban ordenados menor a
mayor, de tal forma que dependiendo de la intensidad que alcanzara el dolor, se
subían o se bajaban los peldaños de la escalera.
Actualmente, este concepto se aplica a cualquier tipo de dolor (ya no sólo al oncológico) y además, la escalera se ha sustituido por un ascensor de cuatro plantas; Dependiendo
de la intensidad que alcance el dolor (leve, moderado, grave o insoportable), iremos
a una u otra planta directamente, sin tener que pasar por todos los escalones
analgésicos previos.
Los analgésicos de primera línea son, por tanto, los que pertenecen al primer escalón analgésico, suficiente para aliviar los
dolores leves, típicos del día a día: un dolor de cabeza, el dolor abdominal a causa
de la regla (dismenorrea), el dolor leve osteomuscular… Y se dividen en tres grupos:
Paracetamol
AINEs (Antiinflamatorios no esteroideos) : Siendo los más utilizados el ácido acetilsalicílico (AAS), el ibuprofeno (derivado del ácido propiónico) y el metamizol (pirazolonas).
Coadyuvantes analgésicos (Fármacos sin acción analgésica
propia, pero que administrado junto a analgésicos convencionales, contribuyen a disminuir el dolor por otros mecanismos).
Cualquier persona joven y sana, no embarazada, puede elegir cualquier analgésico indistintamente para cualquier tipo de dolor leve; Sin embargo, como cada uno tiene unas propiedades específicas y conlleva unas precauciones determinadas en función de nuestras características personales, la siguiente tabla nos puede ayudar en la elección.
.Y si todavía os quedan dudas, ¡acudid a vuestro médico para que os las pueda resolver!.