“No quiero llegar a los 80 con la cabeza perdida”. Recuerdo aquellas palabras de mi abuela mientras me da la mano esa señora de 84 años que se parece a ella, lleva sus mismos nombre y apellidos, llama abuelo a su marido y a mí no me conoce.
Sin embargo, algo queda de ella. Es tierna cuando lanza besos, sonriente cuando se le despierta, agradecida cuando se le da de comer y dulce cuando repite “pues si, pues si”.
Cuando se pone malita, todos nos estremecemos; la vemos tan frágil y delicada… Se nos olvida que siempre fue valiente, luchadora y vencedora. Pero es justo en esos momentos, en los que más pachuchilla está, cuando me gustaría que nos dijese cómo sentirnos si pasase lo peor. Porque si recuerdo sus palabras, sé que al llegar ese mal día tendremos el consuelo de pensar que nos deja para reencontrarse con su memoria, con sus ideas, con sus recuerdos y con todo lo que ese viejo alemán llamado Alzheimer hace pocos años le robó. Pero si recibo sus besos, la miro, la oigo y le doy de comer… también sé que no habrá consuelo que pueda aliviar su ausencia.
No me sueltes la mano mientras estés, abuela, que yo sé bien quién eres tú.
Sin embargo, algo queda de ella. Es tierna cuando lanza besos, sonriente cuando se le despierta, agradecida cuando se le da de comer y dulce cuando repite “pues si, pues si”.
Cuando se pone malita, todos nos estremecemos; la vemos tan frágil y delicada… Se nos olvida que siempre fue valiente, luchadora y vencedora. Pero es justo en esos momentos, en los que más pachuchilla está, cuando me gustaría que nos dijese cómo sentirnos si pasase lo peor. Porque si recuerdo sus palabras, sé que al llegar ese mal día tendremos el consuelo de pensar que nos deja para reencontrarse con su memoria, con sus ideas, con sus recuerdos y con todo lo que ese viejo alemán llamado Alzheimer hace pocos años le robó. Pero si recibo sus besos, la miro, la oigo y le doy de comer… también sé que no habrá consuelo que pueda aliviar su ausencia.
No me sueltes la mano mientras estés, abuela, que yo sé bien quién eres tú.
Preciosas palabras
ResponderEliminarMuchas gracias, nuestros abuelitos se las merecen :)
EliminarTodos estamos destinados a la vejez e incluso debemos estar agradecidos de llegar a ella, pero que mejor manera q una nieta como tú a nuestro lado, q bonito
ResponderEliminarTienes toda la razón; si llegamos a la vejez estaremos agradecidas. Y yo feliz si es junto a una amiga como tú ;)
Eliminarmuy bonita la entrada! que suerte de teneros una a la otra y demás seres queridos
ResponderEliminar¡Muchas gracias, me alegro que te haya gustado! Si, es una suerte que la tengamos entre nosotros, aunque su memoria no esté, al menos nos queda su personalidad (tan bonita!).
EliminarQue bonito
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
EliminarTengo la gran fortuna de que mis abuelos,(aunque ya nos han dejado) no recibieron la visita de "Alzheimer"
ResponderEliminarSiento q os hayan dejado; al menos no les atormentó el señor Alzheimer!
EliminarGracias por dejar tu comentario, un saludo!
A mi padre le ha gustado mucho, es muy emotivo
ResponderEliminarDale las gracias por leerlo :)
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