#NomellamesDolores


#NomellamesDolores   

Está claro que Dolores ha irrumpido en nuestras vidas y va a darnos mucho de que hablar... sobre todo, de CONSEJOS DE SALUD con los que intentaremos solventar todos esos "dolores" que le acechan a diario. 


CAPÍTULO 1:

Dolores tiene 30 años, vive sola en un piso céntrico de un pueblo más bien grande y trabaja en unas oficinas de las afueras.  Siempre cuenta que su madre decidió su nombre en el mismo momento del parto… ¡os imaginaréis por qué! Y es por eso por lo que le gustaría que la llamasen Lola. Pero Dolores es Dolores y no parece que lo vaya a poder cambiar.
La vida de Dolores habitualmente transcurría de forma normal, hasta que un buen día, tras apagar el despertador e incorporarse para iniciar su rutina, nota que no puede caminar con la agilidad del resto de días y que un dolor terrible en la espalda, que además le baja hacia la pierna derecha, por detrás, le acompaña.
No puede faltar a trabajar, es viernes, está de trabajo hasta arriba y debe dejarlo acabado. Pero con tanto dolor ve casi imposible el llegar a la oficina.
Dolores echa mano de su botiquín de analgésicos y se aprovisiona de ibuprofeno. Mientras desayuna se toma uno y se aplica calor con una manta eléctrica. En un ratito el dolor cede y consigue asearse y encaminarse hacia el trabajo.
Tras una larga jornada frente al ordenador, su compañera María le asalta y le propone ir con los compañeros por la noche a un festival. Dolores, a quién a su dolor de espalda se le ha añadido unos ojos rojos y cansados, está como para ir de festival, piensa. Pero antes de pronunciar una palabra, María le presenta a Miguel, un nuevo compañero de la empresa, guapo y simpático como él solo, que también se unirá esta noche al grupo. Y Dolores, olvidando sus dolencias, confirma asistencia de inmediato.

Los consejos a sus males los encontrarás en el podcast:




CAPÍTULO 2:

Dolores llega arrastrándose a casa. Toda la mañana en la silla del trabajo en la misma postura no le ha venido nada bien. Pero come, prosigue con su analgesia, su calor local y se hidrata los ojos con lágrima artificial. A las horas parece que está mejor y se encamina hacia la ducha.
Tras el baño, pasa un buen rato eligiendo modelo para acudir mona (pero también casual) al festival; al final se acaba poniendo el mismo conjunto de siempre. Va Miguel, el chico nuevo y ¡no es día para improvisar!.
De pronto María la llama al móvil, debe ir bajando, la pasan a buscar.
Dolores, todavía convaleciente por la ciática, baja como puede las escaleras del portal y cuando llega al último peldaño, el grito casi afónico de su amiga le hace sobresaltarse, perdiendo el equilibrio y cayendo de bruces contra el suelo.
-Tierra trágame -piensa Dolores dolorida mientras se intenta levantar todo lo rápido que puede. De pronto la ayuda de una mano fuerte y una voz terriblemente sexy le sirven casi de opiáceo. -Por suerte no tienes nada. -Dice Miguel -¡Estás muy guapa! -Añade mientras la acompaña hasta donde se halla el resto del grupo que la reciben con bromas. Una vez juntos, se dirigen al festival.
Dolores ya no tiene dolores. Baila, ríe y canta en el festival. No para quieta, está eufórica. Justo al lado del escenario discurre un pequeño arrollo y abundan los mosquitos, pero ella ni los siente. Nada le puede estropear el momento. O eso cree ella.
Entonces, en uno de sus saltos de baile cae sobre una pequeña zanja retorciéndose el pie. Eso sí le duele. Cae al suelo y la espalda se resiente también. De pronto nota, además, que cuerpo y cara le pican… ¡¡¡Va llena de deformantes habones!!! Y allí, hecha un cuadro, Miguel vuelve al rescate.
La acompaña a casa y le recomienda hielo tanto para el tobillo como para las picaduras. 
Tan magullada como agradecida, Dolores se despide. Justo antes de entrar al portal, Miguel la llama. -¡Dolores!, a pesar de todo... ¡sigues estando muy guapa!


Los consejos a sus males los encontrarás en el podcast:



CAPÍTULO 3:


Dolores, muy dolorida y con el cuerpo repleto de pruriginosos habones, se acuesta feliz en su cama. Miguel la había piropeado… -¡¡Esto marcha bien!!. Y con esa idea y tras aplicarse frío en tobillo y en los habones, se queda profundamente dormida.
El sábado despierta y se sorprende: está bastante mejor de todos sus males. Los dolores articulares han desaparecido casi por completo y de los habones sólo queda el puntito de la picadura.
Sin embargo, ¡¡se trata de Dolores!!; No puede salirle todo bien. AL incorporarse de la cama se percata de que un catarro se había apoderado de su nariz, de su garganta y de su voz.
Se aprovisiona de pañuelos, pues comienza a moquear como si no hubiera un mañana. Apenas puede desayunar por culpa del escozor de garganta. Y cuando le llama su madre por teléfono, entre la tos y la afonía, casi no puede responder.
Su madre, con ese poder que otorga el ser madre, “le regaña por estar acatarrada”, le recomienda que beba agua y algún “remedio de madre: de esos que llevan miel" y la manda a la cama .
Es “Palabra de madre” y como palabra de madre…. Dolores decide no hacerle caso y bajar a la farmacia para que le den algo que se lo puedan curar, de un plumazo, como por ejemplo… un antibiótico.
Dolores se encamina a la farmacia y guarda la cola. Parece que está todo el mundo como ella, con los mismos síntomas catarrales. Y cuando llega su turno, pide directamente un antibiótico. El que sea, el que deis siempre, el que cure los catarros.
Dados los antecedentes de “Señorita Pupas” que tiene Dolores, no es de extrañar que sea clienta VIP de la farmacia y que la farmacéutica la conozca bien y siempre le aconseje lo mejor para cada mal menor de los que habitualmente sufre. Sin embargo, esta petición que le ha hecho Dolores, hace ponerse seria a la farmacéutica.
-Los antibióticos siempre los debe prescribir un médico, no se pueden tomar a elección de un paciente sin antes haber sido explorado y evaluar su necesidad o no. Así que Dolores, no te lo voy a poder vender. Si crees que debes ser evaluada por un médico, entonces deberás pedirte cita con él.
Dolores lo entiende y se siente orgullosa de que su farmacéutica sea así de profesional.  Como no se encuentra tal mal como para ir a urgencias, todo sea dicho, decide hacerle caso a su madre y se va a casa a seguir sus recomendaciones. 
Al llegar a casa recibe un WhatsApp de Miguel. Se ha hecho con su móvil a través de María y quiere invitarla esta noche a cenar.


Los consejos a sus males los encontrarás en el podcast:



CAPÍTULO 4:


Dolores lee y relee el mensaje de Miguel con una sonrisilla de oreja a oreja. De pronto, un estornudo le recuerda el catarrazo que tiene encima, por lo que decide meterse en la cama y meditar desde allí la decisión.
Las decisiones en amor siempre son mejores (o al menos más emocionantes) si se comparten con las amigas; por ello Dolores llama a María y tras hablar durante hora y media con ella, acaba preguntándole a Miguel la hora y el lugar de la cena, dejando al catarrín en un segundo y fútil plano.
Come y se echa una siesta tan reparadora que, al despertar, se siente casi recuperada por completo. La analgesia también le ha ayudado, lo admite. Y de un inusual optimismo, se encamina hacia la ducha: va a prepararse.
Con su vestido favorito y oliendo a perfume dulzón, se dirige al punto de encuentro. Camina con cautela, no quiere tener un altercado que le trunque la noche, que ya sabemos que en eso Dolores es especialista! Ya llegando, ve la figura de Miguel, que espera en la puerta. Está realmente atractivo; Mira al infinito y guarda sus manos en los bolsillos mientras que se sostiene sobre una pierna y apoya la otra sobre la pared. ¿Qué estará pensando? Se pregunta Dolores, pero sus pasos cada vez más cercanos sacan a Miguel del trance, quien se gira hacia ella y la saluda efusivamente.
Pasan la velada tranquila, dentro de los nervios que supone una primera cita. Coinciden en gustos, se nota que a el le gusta ella y a ella, él. Ríen y bromean recordando la catastrófica noche de Dolores en el festival. Hacen planes de futuro a corto plazo-una excursión al monte, una visita al museo-y se emocionan en silencio sintiendo que… conectan.
Y entre los nervios, la conversación, las risas y la emoción… A Dolores se le va un trozo de carne “por el otro lado”. Comienza a toser bruscamente y de una forma enérgica, pero pronto empieza a agotarse y su cara se torna morada. Entonces Miguel le grita al camarero, -¡¡Usted!! Rápido, ¡llame al 112! mientras él corre a ayudar a Dolores.
-¡Dolores, tose más fuerte!” -le anima Miguel mientras ve que va perdiendo fuelle y su cara se va tornando azulada. No puede respirar, ni pronunciar palabra alguna y sus manos se agarran al cuello en un grito silencioso de ayuda. En aquél momento, Miguel le da 5 golpes secos en la espalda; pero son insuficientes para hacer salir lo que obstruye la vía aérea. Entonces la rodea fuerte con sus brazos, le clava un puño justo debajo del esternón y hace presión hacia arriba.
El trozo de carne sale disparado por la boca de Dolores, recobrando ésta enseguida su color.
Todo el restaurante aplaude y Dolores se desvanece sonriente sobre Miguel al tiempo que le da las gracias. El equipo médico del 112 aparece por la puerta y se encaminan hacia Dolores, que ya respira aliviada.
-Ya se por qué te llamas Dolores. -Le dice en todo burlón Miguel, de camino a casa. Una vez más ríen y bromean hasta que llegan al portal de Dolores. Entonces ella se gira hacia él y mirándole a los ojos le dice -Gracias, por todo. Y Miguel, torna en preocupación su mirada y le responde -Pero Dolores, ¿Qué te pasa ahora? ¡Te sangra la nariz!.


Los consejos a sus males los encontrarás en el podcast:



CAPÍTULO 5: 

Tras escuchar a Miguel, Dolores se lleva un dedo a la nariz y efectivamente, como si de un riachuelo se tratase, comprueba que por su orificio izquierdo le está saliendo sangre a borbotones.
Instintivamente se inclina hacia delante y mientras saca un pañuelo de papel para limpiarse, le pide a Miguel que le saque las llaves de casa que lleva en el bolsillo trasero de su falda. 
Miguel, que hasta la fecha había sido todo un súper héroe, no titubea y se lanza a por las llaves. La falda está muy ajustada y las llaves demasiado al fondo, por lo que la escena se torna un tanto incómoda. Tanto que, la Señora Paquita, vecina del 5º que en ese preciso momento bajaba a tirar la basura, al verlo, le da una colleja a Miguel al tiempo que le recrimina -¡Hay que ser sinvergüenza! Aprovecharse del catarro de mi Dolores para que, mientras ella se suena la nariz, le toques el culo...
-¡No, señora Paquita, es todo un mal entendido, él sólo me ayudaba! -Le intenta explicar Dolores con voz gangosa y sin retirarse el pañuelo, mientras la Señora Paquita se aleja en busca del contenedor.
-Tengo las llaves. -Dice Miguel entre avergonzado y risueño. 
Entonces Dolores le invita a subir a casa, antes de que la vecina vuelva a propinarle a Miguel otra injusta colleja. Una vez allí, Miguel le pide agua oxigenada e impregna con ella un trocito de algodón. Le pide a Dolores que se lo introduzca en la fosa nasal que sangra y después apriete durante 20 minutos el ala nasal del mismo lado. Él se quiere quedar con ella hasta comprobar que el sangrado haya cedido. Hasta entonces, verán una película en la tele del salón.
El día ha sido muy intenso para Dolores y se queda dormida en el sofá. Miguel comprueba que el sangrado ha cedido, la acomoda y la arropa. Le apaga la televisión y antes de irse, le da un beso en la frente. Ella da un ronquidito, fruto de la todavía congestionada nariz.
-Hasta pronto, Dolores. -Le susurra al oído. Y se va.

Los consejos a sus males los encontrarás en el podcast:

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...